Parto inducido, el nacimiento de Martí

Hoy Martí cumple seis meses, medio año ha pasado ya desde que mi bebé llegó al mundo para hacer que nuestras vidas mejoren exponencialmente. De corazón os digo que todo el camino recorrido merece la pena. Y lo rápido que ha pasado… ¡Con lo lento que se me pasó el embarazo! Así que me parece que no hay mejor día que hoy para contaros cómo fue su nacimiento, el parto inducido que trajo a este mundo a lo más bonito de mi vida: mi hijo.

Así empieza mi parto inducido en Viamed

parto inducido
Primera foto de Martí, tras el parto inducido que lo trajo al mundo

Después de una noche regulera ingresada en el hospital por indicios de preeclamsia, me bajan por la mañana a monitores. Y después de que el matrón llame a mi ginecóloga para informarle de cómo estoy, deciden adelantar la inducción al parto un día.

Empiezan dándome una pastillita para empezar a borrar el cuello uterino y dilatar, me provocan unas contracciones muy suaves. Un par de horas después me hacen un tacto, tengo el cuello ya borrado y me rompen la bolsa, las aguas por suerte están limpias.

Las contracciones aumentan de intensidad desde la rotura de la bolsa, marcan 80 en el monitor, pero aun son soportables. Mi marido ha estado conmigo todo el rato y yo voy comentando todo por whatsapp con mi madre, que está en la habitación. A la hora de comer mi madre le hace el relevo, como tengo cara de cansada le pido el maquillaje porque me apetece verme guapa. Me maquillo entre contracciones, suaves pero cada vez más intensas, un par de veces tengo que parar para respirar.

Me pongo la epidural

A las 15.50h aproximadamente las contracciones son bastante intensas, y como en el tacto que me hace el matrón me dice que hasta las 22h o 23h no va a nacer, decido ponerme la epidural porque aun quedan muchas horas… Después de una noche casi sin dormir estoy muy cansada, necesito una tregua y coger fuerzas para el expulsivo.

En 10 minutos he dejado de notar las contracciones, mi marido las va controlando mientras vigila el monitor. Unos minutos antes de las 17h parece que el parto se ha estancado un poco y me ponen la famosa oxitocina.

Con la epidural me han puesto un poco de sedación, por lo que no noto que la oxitocina aumente el dolor, y aprovecho para dormir un rato.

A las 18.30h me hacen un tacto, estoy dilatada de tres-cuatro centímetros, y me aumentan la dosis de oxitocina. Esto me sube el ánimo, ¡parece que se anima la cosa! Las contracciones empiezan a ser cada tres-cinco minutos y duran aproximadamente un minuto.

Tantas veces que imaginé cómo sería el parto de Martí y nunca había previsto esto… Me siento un poco desilusionada, pero poco puedo hacer. No me apetece escuchar música, ni sentarme en la pelota ni nada.

Tengo hambre, y mi marido va a buscarme unas tortitas pequeñas, que me da poco a poco y a escondidas para que no me vean masticar. Quizás no debería, pero o le doy energía a mi cuerpo o no seré capaz de hacer ni un solo pujo.

¡Va a nacer nuestro bebé!

A las 22h ya estoy completamente dilatada, toca esperar a que su cabecita encaje porque aun está un poco arriba. Empiezo a sentir ganas de empujar, muy suaves y avisamos a la matrona. Empujo cada vez que lo necesito, sin miedo, a solas con mi marido.

Llaman a mi ginecóloga para que vaya viniendo a asistirme, falta poco. Gracias a estos primeros pujos Martí ha encajado su cabeza.

Cada vez las ganas de empujar son más seguidas y fuertes, avisamos de nuevo a la matrona y tanto ella como la gine se preparan.

Yo marco el ritmo de los pujos. Sólo escucho mi cuerpo y hago lo que me pide. Lo noto absolutamente todo, pero no me duele.

Los pujos son muy largos, y van acompañados de gemidos de fuerza. Martí se resiste. Cada vez que empujo su cabeza baja pero cuando paro para coger aire y respirar sube otra vez.

Está a un dedo de salir. Vuelvo a empujar otra vez, con todas mis fuerzas, que cada vez son menos. Estoy agotada. Pido que me ayuden un poco, a sacar la cabeza, y van a buscar la ventosa. En cuanto vuelvo a tener ganas de empujar lo hago, y con un poco de ayuda sale su cabeza.

Pero mi cuerpo ha cogido impulso y sigo sintiendo unas ganas terribles de empujar. Me dicen que pare, que no empuje ahora, pero no lo puedo evitar. Empujo como no he empujado hasta ahora, con una fuerza brutal acompañada de un gemido salvaje.

Martí está fuera.

Ha salido todo su cuerpo de golpe con este último pujo. Todo su cuerpo. Sus hombros de golpe, los dos a la vez. Desgarrándome incontrolablemente.

Nada importa ya.

Mi hijo nace a las 00.05h.

Miro a mi marido, a su padre, y sólo puedo decir “qué guapo es”.

Estoy feliz. Soy feliz. Somos felices.

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies