Ahora ya han pasado meses desde mi última obstrucción, pero he tenido obstrucciones en el pecho recurrentes, y me gustaría contaros mi experiencia por si os puede servir.
Al nacer Martí, le pregunté al pediatra que pasó dos días después, si tenía frenillo lingual. No. Me dijo que no tenía. Yo sospechaba que sí, aunque no era capaz de verlo por mí misma. Si bien es cierto que no tenía dolor, se me hizo una pequeña grieta en el pezón derecho. Iba sin sujetador y le aplicaba aceite de oliva, la última recomendación de las expertas para estos casos. Además, las (pocas) veces que lloraba, cuando levantaba la lengua, algo no me cuadraba. Pero como yo no soy asesora de lactancia, quedó ahí la cosa.
Empiezan las obstrucciones en el pecho, IBCLC y frenillo lingual
Cuando Martí tenía dos semanas mi pecho derecho comenzó a hincharse, mucho. Dolía, estaba duro y se empezaba a poner rojo y caliente… Había leído lo suficiente sobre lactancia como para temer por una posible mastitis. Con las obstrucciones en el pecho hay que tener cuidado, y yo me fui directa a una IBCLC.
Una IBCLC es una consultora de lactancia certificada, y yo tenía una de referencia en Sevilla a la que ir inmediatamente. La conocía por ser una de las mejores, a través de Facebook. ¡Benditas redes sociales!
Nada más llegar a la visita con Carmen Vega, mi IBCLC, Martí estaba llorando porque entre el viaje en coche y el carrito… Estaba harto. Aprovechando la ocasión, Carmen pudo ver que tenía un frenillo sublingual de tipo cuatro. ¡Toma ya! Primer problema localizado. Está claro que, lamentablemente, no todos los pediatras están formados en lactancia materna.
Después de ver mi pecho y palparlo (¡cómo me dolió!), me dijo que era una obstrucción. No tenía fiebre ni ningún otro síntoma de mastitis. Pero hay que desobstruir los conductos mamarios, y la mejor manera era con la succión del bebé. Pero cuando mamaba me dolía horrores, en casa.
Porque me enseñó posturas para dar el pecho con el bebé con frenillo, y puedo jurar que fue inmediatamente que dejó de dolerme. También nos informó sobre la frenectomía, nos recomendó pediatras que la hacían y nos pasó información al respecto. También es cierto que nos dijo que no era un frenillo muy impeditivo, y que si conseguíamos que se enganchara al pecho bien, yo no tendría dolor.
Después de valorar, como padres, los pros y contras de cortar el frenillo lingual, nosotros optamos por no cortarlo, porque al mejorar la postura me dejaba de doler. Así que aprendí a darle de mamar con la posición de rugby y en posición loba, que era la mejor para mí.

El sacaleches, ¡mi gran aliado!
Y mientras mamaba del pecho obstruido para aliviarlo, mi otro pecho se llenaba de leche. Pero si le daba de ese, ¿cómo iba a desobstruir el otro? ¡Gracias al sacaleches! La verdad es que yo no me había comprado ninguno, y Carmen tuvo a bien dejármelo un tiempo. Me sacaba leche del pecho “bueno”, y Martí mamaba del pecho “malo”.
El sacaleches era un Medela Swing eléctrico, que tras devolverle me compré porque realmente lo necesitaba. Esa no fue la única vez con problemas. Al tener el frenillo, tuve obstrucciones mamarias recurrentes. Los cinco primeros meses de lactancia, fueron duros. Bonitos, pero duros. Aunque cada obstrucción me duraba menos y yo me volvía más experta.
A partir de los cinco meses, la cosa dio un cambio impresionante. Llegó el momento que yo tanto ansiaba. ¡Que le creciera la boca al bebé! De este modo, podía abarcar más pecho, succionaba mejor, y no se obstruía ningún conducto. Desde entonces, quizás tuve un par más, pero ya hasta el dolor se me ha olvidado y ahora seguimos disfrutando de la lactancia a sus 21 meses.
Consejos para las obstrucciones en el pecho recurrentes
Me daba la sensación de, a cada obstrucción, volverme más experta. Lo que yo hacía, para desobstruir el pecho, era:
- Tomar lactanza hereditum. Me lo recomendó Carmen, que además es médica, y me iba muy bien. Es un probiótico que tomaba como preventivo.
- Lecitina de soja. También me recomendó que, como el lactanza es caro, probara con la lecitina de soja. Además de un montón de propiedades, dicen que también va bien para prevenir las obstrucciones. Yo hice el cambio, y fenomenal.
- Poner al bebé a mamar en posición loba. Es la mejor que me funcionaba. Le ponía encima de mi cama, boca arriba, y yo a cuatro patas le ponía el pecho en la boca de manera que su barbilla quedara en dirección a la obstrucción. De este modo succionaba con más fuerza y vaciaba mejor el pecho.
- No poner calor en el pecho. Mis obstrucciones eran causadas por el frenillo, y no por bacterias. Pero más valía prevenir y no aplicar calor, ya que favorece la proliferación de bacterias.
- Aplicar frío local. Esto sí, para hacer bajar la hinchazón.
- Tomar antiinflamatorios. A mí me lo recomendó Carmen que es médica y conocía mi caso, pero cuidado con los medicamentos 😉
- Peinar el pecho. ¡¿?! Jajajaja Sí, sí, con un peine de púas peinar de la obstrucción hacía el pezón. Sin presionar muy fuerte, para ayudar a descongestionar.
- Masajear el pecho. Este es el vídeo que mejor lo explica:
Lo más importante es no dejar de darle el pecho al bebé, y asesorarse con personal que esté realmente formado en lactancia materna.