Hace unos días cogimos el coche, como tantas otras veces, para ir a comprar. Íbamos a por unos zapatitos para Martí y una gorra. A él no le gusta el coche, desde nunca. Se pone nervioso, llora, se queja… Por eso siempre voy detrás con él, y trato de distraerle jugando, cantando… Y cuando nada funciona, le pongo música en el móvil y se distrae viendo los dibujitos.
Conforme se va haciendo más mayor es más fácil distraerlo, y lo pasa menos mal. Por suerte, mi marido es un estupendo conductor, y esto no le afecta en su conducción. Pero cuando tienes un hijo te vuelves más precavido al volante. Por poco que sea. Mil ojos delante, otros tantos detrás… De hecho yo no he cogido el coche desde que Martí nació, me da pánico. Y ese día, a la vuelta…
Os juro que no he pasado tanto miedo en mi vida como ese día. “Odio cuando se pegan tanto”, me dice mi marido. Le veo mirando por el espejo retrovisor y giro la cabeza para ver por la ventana de detrás. Casi me da un vuelco el corazón.
Teníamos un camión enorme pegado a nuestro coche. Y no exagero. Yo ni le veía la matrícula, y si hubiera sido de día le hubiera podido contar las canas al conductor. Os prometo que no había ni un metro de distancia entre nosotros. Sin entenderlo, nos fijamos en nuestra velocidad, a ver si es que íbamos demasiado lentos. Pero no. Íbamos a 100km/h en una carretera que es justo a 100. ¿Quería saltarnos? Entre nosotros y el coche de delante no había tampoco espacio para que se metiera. Y sólo había un carril, línea continúa y coches que venían por nuestra izquierda. Nada que hacer. Si mi marido hubiera tenido que frenar, sólo un poco, nos comía. Y lo peor es que él no se hubiera hecho nada, nosotros sí. ¿Quieres correr? Corre. Pero no pongas en riesgo la vida de mi hijo. Ni la nuestra. Ni la de nadie.
El camionero seguía sin frenar. Le hicimos señas sacando la mano por la ventanilla, nada. Toques de freno repetidos para encender las luces rojas, nada. Yo le miraba por la ventana trasera, el me miraba, cruzamos miradas, pero nada. Le hice un par de fotos con flash, y él puso las largas. Se empezaba a acercar más, cabreado por nuestros intentos de que se distanciara un poco. Llegamos a tenerlo a un palmo de distancia, os lo juro. Muy bestia.
Al acercarnos a una rotonda se abren dos carriles, acelera y por el carril derecho nos adelanta. Imaginaos. Nosotros frenando porque había coches delante y en la rotonda y él acelerando aún más. Entramos en la rotonda casi a la par. Y ahí sí que me asusté. Pensaba que nos daba. Nosotros por fuera y él por dentro, sin control sobre la carga, que parecía que iba a hacer la tijera en cualquier momento y llevarnos por delante. Martí llorando porque ya estaba en un punto que ni los dibujos, yo temblando y mi marido responsable de tres vidas que había en nuestro coche.
Logra adelantarnos, y se pone a hacerle lo mismo al coche que tiene entonces delante. Llamamos a los mossos y nos dijeron que mandaban una patrulla, pero no sabemos si llegaron a pararle… Espero que sí. Es una vergüenza que ese “señor” trabaje de transportista para cualquier empresa. Pero no hay nada que hacer…
¿Qué hubierais hecho vosotras? ¿Cómo hay que reaccionar en estas situaciones?
La gente que puede lo graba y lo pasa a las autoridades de trafico. Muchos videos que corren por las redes han sido detectados y multados por sus actitudes. Hay que tener en cuenta que, aunque no se diga, muchos conductores van bajo el efecto de susbtancias ilegales y legales. Saludos.
He venido del instagram a leer tu entrada. Mi marido es muy buen conductor también, pero le encanta seguirle el rollo a los conductores, igual aventando luces o haciendo señas :/ Mi hijo siempre había disfrutado ir sentado en su silla de bebé, pero recientemente no le gusta ir atado y se saca los brazos de los cinturones de seguridad, le llama la atención el botón de la ventana, la manija de la puerta (ya con seguro de niños). Igual que tú, ya no sé qué es ir de copiloto, siempre voy atrás con el niño. No desconfío en mi marido porque ha tenido sólo un percance vial en 25 años conduciendo (incluso manejó el taxi de mi suegro en la ciudad de México, que es un monstruo de ciudad), pero no me fío de los otros que pueden ser muy brutos; además considerando que mi ciudad es la #1 en accidentes viales en todo México 🙁 vivo revisando y siempre tratando de hacer que el niño quede bien sujeto a su sillita (una evenflo modelo Bari) y pues para entretenimientos, cualquier cosa puede ser, igual el móvil es el último recurso…